Exquisita presentación Sounds of Korea

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Aunque el grupo artístico es originario de la ciudad de Nueva York, su directora Sue Yeon Park y su compañía son de ascendencia coreana. Juntos han recuperado y difundido por el mundo desde los años ochentas esta música que procede del folklore popular de Corea y del selecto repertorio que se interpretaba en los salones de la Corte Real.

La belleza de la mujer coreana es exquisita. Su vestimenta de gala se pinta de colores naranja, amarillo, verde, azul, con bordados en oro. Su peinado recogido en chongo, se detiene con una peineta también dorada con incrustaciones en piedra; para rematar, en su traje de gala, con una corona en su cabeza de brillantes perlas, para danzar el tradicional baile de los abanicos.

Durante su concierto “Sounds of Korea”, el programa permite al auditorio apreciar el sonido característico y las múltiples posibilidades interpretativas de cada instrumento al ejecutarse una pieza de forma individual. Posteriormente se interpretan los temas tradicionales en los que la flauta es la que dirige la armonía y el ritmo, acompañándose principalmente de las percusiones, creando ensambles con los instrumentos de cuerda. Además, en escena surgió el alegre tamborilero que con su ritmo bullanguero y festivo atrajo la respuesta inmediata del público que se contagió y respondió de inmediato con su aplauso.

“Dae guem” es el nombre de la flauta transversal hecha de bambú; “Anjeng” es el instrumento de ocho cuerdas que se ejecuta con arco y se coloca en el piso; “Hae guem” es un violín pequeño que también se interpreta con arco, y el tambor tradicional llamado “Jang Go”.  Se acompañan, además, de platillos de metal, de diferentes tamaños. Cada instrumento de cuerdas tiene una tesitura diferente, mientras que el violín es de voz grave, el “Anjeng” amplía su gama de sonidos al contar con mas cuerdas.

Las danzas se caracterizan por la sensualidad de los movimientos femeninos, con una delicadeza y suavidad en sus manos que semejan el vuelo de palomas, delineando una línea invisible en el aire cuyo dedo índice señala el recuerdo a la distancia de su propia historia.

Un sentimiento de gran respeto por esta cultura milenaria se hacen patentes con la reverencia final que realiza la directora Sue Yean Park ante el público, al inclinarse hasta tocar el suelo, dejando una honda impresión en el alma de los asistentes que sólo supieron demostrar su admiración de la forma que corresponde: con un aplauso en cerrada ovación ante tan magnífico espectáculo.  

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