Los grandes productores del norte del país, agrupados en la Red de Asociaciones Agrícolas del Norte de México, expresaron molestia porque consideraron que el proceso para que en México se realice el cultivo de maíz transgénico es lento. Exigieron al gobierno federal que ponga fin a la “lentitud, la burocracia, la mala fe y a las medidas que carecen de sentido común” y autorice, lo antes posible, los permisos para realizar las pruebas piloto de siembra de maíz transgénico “en extensiones reales de terreno en las que se pueda medir con exactitud los beneficios económicos” de la biotecnología en el campo nacional, y así pasar a la fase de comercialización.
En conferencia de prensa la UCCS reveló que en los estados del norte del país, donde empresas trasnacionales como Monsanto pidieron permisos para realizar pruebas experimentales, existen entre siete y 16 razas criollas, según datos confirmados por la Comisión Nacional para el Uso y Conocimiento de la Biodiversidad (Conabio), organismo dependiente de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Antonio Serratos, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, recordó la experiencia del algodón transgénico, que comenzó a cultivarse en 1995 en Baja California en fase piloto en media hectárea, y hoy ocupa una extensión de 100 mil hectáreas todavía en fase de “experimentación”, lo cual “en la práctica es una fase precomercial”.
La bióloga Alma Pineyro explicó que la raza tuxpeño –una de las 16 que se encuentran en Tamaulipas– se cultiva cerca del predio en el que Monsanto pretende hacer la prueba piloto. Esa variedad, explicó, es fundamental para el desarrollo de híbridos y es una de las que generan mayor producción de maíz.
Antonio Turrent, experto del Instituto Nacional de Investigaciones, Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), recordó que el año pasado la comida mexicana, cuya base es el maíz, fue decretada patrimonio inmaterial de la humanidad, y advirtió que, con esta autorización el gobierno federal “no sólo pone en riesgo la seguridad alimentaria, sino nuestra manera de vivir”.
Por su parte, Serratos agregó que con este permiso se pone en riesgo la cuna de la diversidad de maíz, para beneficiar a unos cuantos productores que tienen superficies de 50 hectáreas en promedio.
Ignorancia y presión
También en conferencia de prensa, integrantes del Consejo Nacional Agropecuario y otras agrupaciones dijeron que en la demora de la aprobación de los permisos ha incidido la “ignorancia” de ciertos funcionarios y la “presión” que ejercen grandes compañías productoras de agroquímicos, que perderían millones ante la siembra de semillas resistentes a plagas.
Jorge López Martínez, vicepresidente de asuntos hidráulicos del CNA, señaló que existe “molestia” entre los productores del norte del país por la siembra piloto autorizada en Tamaulipas, pues, además de darse a destiempo en relación con la siembra normal, por ser sólo “un cuarto de hectárea”, no permite valorar los beneficios de esta tecnología.
Mortimer Cabrera, de la Unión Agrícola Regional del Norte de Tamaulipas, aseveró que haber sembrado ese cuarto de hectárea “es como querer probar un carro de carreras en tu cochera” y dijo que al no dar luz verde a estas siembras, algunas secretarías están “haciendo quedar mal la palabra del presidente Calderón”, quien aseguró que se utilizarían estas tecnologías.
La jornada