Por CARLOS JARAMILLO VELA.- México empieza a cobrar relevancia mundial, tal como recientemente lo predijeran algunos hombres de economía, política y negocios, internacionalmente reconocidos. El Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Barack Obama, ha venido hace unos días a entrevistarse con su homólogo mexicano Enrique Peña Nieto, para delinear lo que habrá de ser la ruta de colaboración y cercanía que definirá la relación de los gobiernos y las naciones bajo la responsabilidad de ambos mandatarios. Más clara no puede ser la aseveración del titular de la Casa Blanca al afirmar que la multitemática y dinámica relación entre México y Estados Unidos es una de las más importantes del orbe, pasando a pesar de ello muchas veces desapercibida. El incremento del potencial mexicano debido tanto a la estable condición macroeconómica que conserva desde el gobierno del Presidente Ernesto Zedillo hasta la fecha, como a las trascendentes reformas que en las materias educativa, hacendaria, energética y laboral se encuentra realizando la presente administración, es sin duda uno de los argumentos torales que revelan el origen de la formal visita de Obama a nuestra tierra, y la atenta mirada de los Estados Unidos hacia México.
Los tópicos de seguridad nacional y fronteriza -delincuencia organizada, contrabando de armas, consumo de drogas y violencia-, intercambio comercial, migración, y cooperación educativa y tecnológica, son algunos de los ejes rectores en torno a los cuales girarán los esfuerzos de colaboración bilateral que marcarán la trayectoria conjunta que México y Estados Unidos habrán de recorrer durante los próximos años, para afianzar los inexorables vínculos que la geografía y la historia común les han deparado. Otra señal inequívoca del renovado interés estadounidense para reivindicar su trato con México es el reconocimiento que el presidente Obama patentizó a su similar mexicano respecto a la audacia y rapidez con las que este ha implementado algunas de las profundas reformas que México necesitaba para reposicionarse ante la dinámica y competitiva realidad global contemporánea. De igual forma el presidente Peña Nieto ponderó la labor actual que realiza su homólogo norteamericano al impulsar vehementemente dos notables reformas sobre inmigración y control de armas, temas de cuya exitosa gestión se podrá derivar un acomodamiento que haga más fácil el abordaje hacia otros asuntos de carácter económico y político que también forman parte medular de la agenda bilateral de los dos estados.
Otra de las lecturas del encuentro Obama-Peña es la innegable voluntad de México y Estados Unidos para vigorizar la competitividad, la macroeconomía y el bienestar de la vasta región geopolítica-comercial denominada Norteamérica, a la que junto con Canadá han conformado a través del tratado trinacional de libre comercio. Después de años de discreta actuación de Estados Unidos en lo referente a su política exterior con México, la Casa Blanca empieza a dar de nuevo señales de su determinación para poner en marcha un proyecto reorientado hacia el reforzamiento de todos los factores que componen los indefectibles lazos en los que se basa la interacción de Estados Unidos con nuestra nación.
Hoy, cuando Europa y Estados Unidos se hallan inmersos en complejas encrucijadas económicas que amenazan el bienestar, la estabilidad y el porvenir de sus pueblos, México ha vuelto a alcanzar notoriedad en el listado de prioridades del segundo de ellos. Los norteamericanos saben que no son poca cosa el emergente liderazgo e influencia que bajo la presidencia de Enrique Peña Nieto nuestro país ha comenzado a ejercer frente a Latino América y el resto del mundo, así como el reconocimiento de la comunidad internacional hacia la solidez macroeconómica de la que México ahora goza. También tienen plena noción de la enorme derrama económica anual generada por el intercambio comercial que protagonizamos ellos y nosotros –unos 400 mil millones de dólares tan solo en el año 2012- lo que nos convierte en su segundo más importante socio en dicho rubro.
Estas son solo algunas de las contundentes razones que permiten explicar de modo nítido el histórico encuentro Obama – Peña Nieto, así como la causa de que entre los compromisos pactados figure la integración de un grupo de alto nivel, compuesto por los principales funcionarios de los dos estados, que habrá de reunirse de manera frecuente para definir las estrategias y evaluar las acciones de atención a los temas sobresalientes de la agenda binacional –comercio, educación, migración y seguridad. Antes de finalizar su gira, el presidente estadounidense dijo: “Un nuevo México está emergiendo, con una democracia más profunda y una economía en crecimiento”. Resulta evidente que Barack Obama tuvo poderosos –quizá imprescindibles- motivos para visitar a Enrique Peña Nieto, y formalizar el reencuentro de Estados Unidos con México.
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