Tal vez si Elba Esther Gordillo no hubiera subestimado al actual gobierno, su carrera político-sindical no habría finalizado en los albores del presente sexenio, o quizá al menos hubiera tenido la oportunidad de retirarse en forma mucho menos oprobiosa que la que hoy la mantiene sumida en el repudio. La dirigente magisterial pretendió continuar manejándose con la proverbial arrogancia e irresponsabilidad que le permitieron los gobiernos panistas de los dos últimos sexenios, de modo que llegó al extremo de obstaculizar la reforma educativa, retando a la actual administración al oponerse a uno de los proyectos de más largo plazo y trascendencia para el estado mexicano.

Si bien es cierto que desde tiempo atrás pesaban sobre la maestra el grave desgaste de su imagen y una percepción generalizada respecto a su deshonestidad en la conducción del magisterio, por el lujoso tren de vida que solía darse sin recato, hasta la mañana del martes 26 de Febrero aún se le podía conceder el beneficio de la duda, porque se carecía de datos suficientes y precisos que consolidaran los múltiples rumores y señalamientos de los que la profesora chiapaneca era objeto. Sin embargo la investigación mediante la cual la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la Procuraduría General de la República lograron descubrir la red de complicidades y triangulaciones que la presidenta vitalicia del SNTE utilizó para desviar hacia sus cuentas bancarias personales más de 2 mil 600 millones de pesos provenientes de los fondos sindicales, corrobora la veracidad de las sospechas que desde años atrás acompañan la mala fama de la mentora, cuya proclividad hacia la corrupción todo mundo suponía pero su magnitud nadie imaginaba.

Elba Esther Gordillo no tuvo límites. Perdió el piso traicionándose a sí misma, a a su origen político, a sus principios y a sus agremiados. En el año 2006 sus ambiciones de poder y grandeza revelaron la ingratitud y deslealtad que era capaz de demostrar, llevándola a desconocer al PRI –el partido que la proyectó a la escena pública y la hizo su Secretaria General- y a su candidato presidencial, Roberto Madrazo Pintado, así como a renunciar a su instituto político para fundar –con miles de integrantes del SNTE- el Partido Nueva Alianza, con un claro afán de revanchismo político y oportunismo. Su megalomanía e irreflexión, que no conocieron acotamiento alguno, la hicieron cometer garrafales imprudencias que rayaron en lo absurdo, y abusando del poder que le significó dirigir a un sindicato de un millón cuatrocientos mil maestros quiso volverse inamovible e invulnerable autoerigiéndose presidenta vitalicia de su gremio, con lo que su permanencia indefinida en el cargo estaría garantizada. Finalmente la avaricia material, aunada a las grandes sumas de dinero no auditable que mensualmente ingresan al SNTE por concepto de cuotas obligatorias de sus agremiados, fue la causa de que Elba Esther Gordillo terminara inmersa por completo en un descarado robo del dinero de los sindicalizados, con el cual pagaba millones de dólares por concepto viajes, ropa, aeronaves y propiedades inmuebles que adquiría para su provecho personal en el extranjero. Con el fracaso de la dictadura sindical de Elba Esther Gordillo Morales llega a su fin otra oscura etapa del magisterio. Lo ocurrido a la ex dirigente del SNTE debe ser una advertencia para que sean abolidas las viejas y antidemocráticas prácticas que tanto daño han hecho a algunos sindicatos en México.

Comentarios o sugerencias: carlosjaramillovela@yahoo.com.mx

 

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