La lideresa del SNTE ha anunciado el comienzo de una resistencia pacífica contra la Reforma Educativa, luego de que el Consejo Nacional de dicho sindicato aprobara por unanimidad el inicio de movilizaciones a escala nacional para “defender lo que legítimamente le corresponde a la nación”.
Resulta inadmisible que la cúpula magisterial se oponga a una iniciativa cuyo espíritu se centra en la permanente evaluación y superación profesional del profesorado, así como en el beneficio del alumnado. Con su postura el SNTE no está haciendo sino evidenciar su interés por solapar el estado actual en el que se desenvuelven tanto las cuestionadas prácticas político-administrativas de la citada corporación, como el precario desempeño docente de muchos de sus afiliados. Es lógico que al ritmo que va, la maestra Gordillo difícilmente podrá terminar el presente sexenio siendo aún líder del poderoso y controversial sindicato, cuya dirigencia actual puede considerarse una versión idéntica –o quizá peor- a la de su antecesor el tristemente célebre Carlos Jonguitud Barrios, quien tuviera que poner fin a su antidemocrática trayectoria como Secretario General de los mentores al abandonar el puesto casi por decreto presidencial, durante el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari.
Debido al escenario de ausencia de democracia sindical que padece el SNTE, enmarcado en añejas costumbres caracterizadas por la opacidad, la deshonestidad, la inmoralidad y la injusticia, tales como el otorgamiento de plazas docentes bajo criterios fundados en la consanguinidad, el compromiso político o el compadrazgo, parece estar llegando a su fin la larga y perjudicial cauda de tropelías y sinrazones que por muchos años mantuvieron secuestrada a la educación pública de México, en detrimento de muchas generaciones de estudiantes que han egresado de las aulas de un sistema educativo ahora mundialmente conocido por sus deplorables resultados.
Por las vísperas se sacan los días, tal como le sucediera hace 23 años a Carlos Jonguitud en los albores de la administración salinista, hoy al arrancar el ejercicio gubernamental de Enrique Peña Nieto comienzan a percibirse indicios de que la intransigencia de Elba Esther Gordillo pudiera estar jugando en contra de ella misma al empezar a configurarle un ambiente similar al de su predecesor, que posiblemente derive en la inevitable salida de la chiapaneca, de la posición de mando en el influyente gremio. El obstinado antagonismo de la combativa dirigente magisterial hacia la política educativa del gobierno federal en turno demuestra que el SNTE carece de voluntad política para supeditar sus designios frente al interés superior del Estado Mexicano, y a la vez consolida la premonición de que los días de Elba Esther Gordillo en esa importante representación sindical podrían estar contados.
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