Por Adolfo Carrillo Aguirre.- Los humanos somos seres para la vida, precipitados en esta realidad de lo visible y lo orgánico, pero también somos [en última instancia] seres para la muerte.
Y en esta festividad de Día de Muertos, cabe comentar, reflexionar, sobre nuestro ser, que está aquí en este mundo, en esta dimensión de la materialidad, condicionado por su gran finitud, repleto de precariedad, que esta arrojado y condenado a cumplir con su fin ultimo como ser finito y organico, su morir.
Si bien es cierto que lo interesante es que somos un ente, un ser para la vida, para experimentarnos en ella. Tambien es necesario que lo somos tambien para la muerte. Y es en estos comentarios dinde abordaremos y pensemos sobre “ese lado oscuro de la existencia”, en el caracter de seres orgánicos, sujetos a la cadena de la finitud que da la muerte.
Pensemos un poco sobre la muerte, de ese instante suspendido en el tiempo individual de cada ser humano, en el que vendremos a experimentar el no ser más ya; en ese dejar de ser en este mundo y expresarnos con nuestra vida. En ese sentido, cabe reflexionar sobre la posibilidad última, [que es nuestro fin como creaturas del tiempo]; de esa la única certeza que nos persigue hasta el fin de nuestro último aliento y cuya circunstancia individual nos es propia a todos y cada uno de los humanos como una condición ineludible.
Así es, la muerte es ineludible, y ese esa condicionante lúgubre la que pone punto final a nuestra existencia. Y es por ello, que resulta sano dejar libres y sueltos, cuestionamientos sobre ¿Qué sabemos sobre la muerte?”. Y al hacerlo, muy a pesar nuestro, [no obstante que construyamos muros para evitar hacernos esa pregunta fundamental y dramatica para nuestras vidas], nos daremos cuenta que es un misterio; y quizas por ello, es la cuestion que más nos incomoda, angustia y atosiga a todos.
Pues bien, no podemos sustraernos a nuestra condición mortal, somos criaturas, seres arrojadas a la vida del mundo material, que es finito y perecedero como nosotros. Pero aún asi, nos negamos a aceptar esa condición de nuestra mortalidad y en la cual se cumplirá ese verdicto [nadie lo quiere y siempre pensamos y deseamos fervientemente que este tan lejos, y tan lejano a nosotros, que nunca se debiese actualizar] que tendremos que sufrir de manera personal e individual al fin de nuestra vida, cumpliendo con esa ley temporal que nos condiciona y nos ha permitido vivirla.
De ahí que la Muerte nos espera y nos aferramos a ideas y deseos que pudieran evitarla. Imposible, pues somos criaturas del tiempo. Los humanos sabemos, tomamos conciencia [en el viaje de la vida] y nos damos cuenta de la muerte. Desde niños intuimos que todos morimos, que moriremos algún día.
Y cada vez más, al avanzar en la carrera contra nuestra gran adversaria la muerte, se nos dibuja en el horizonte de nuestras vidas esa única certeza, la de que moriremos
Y es esa certeza, la madre de todas las preguntas fundamentales para todo ser humano
De ahí deviene un mar de cuestiones, si todo cambia y muere, pero nada se pierde, sino que todo se transforma, entonces, ¿Qué es la vida y qué es la muerte?. ¿Qué hay detrás de la vida y qué tras la muerte, si es que algo hay? Y de las cuales derivan otras más profundas cuestiones: ¿de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos?; ¿qué sentido tiene nuestra existencia?, y en definitiva, ¿Qué soy? ¿Quién soy?.
Todos, en algún momento, podremos preguntarnos: ¿Tenemos idea de quienes somos en realidad sin y detrás de todos esos agregados que componen nuestra personalidad?. Y los filsoofos plantean. “Quienes creen que disponen de mucho tiempo, sólo se preparan en el momento de la muerte. Y entonces, como no sentir el desgarramiento que produce el arrepentimiento, que desenboca en esta pregunta ¿no es ya demasiado tarde?”.
Y aún asi, dichas cuestiones nos llevan a otras que parecen preguntas interminables, como esta: ¿qué es lo que en verdad ha de contar en el momento de nuestra muerte?. Y esta otra ¿Tenemos idea de quienes somos en realidad sin todos lo agregados que determina nuestra personalidad?
Así pues, estos profundos cuestionamientos rodeados de misterios, nos resultan repulsivos para abordar el pensar en nuestra propia muerte. Es mas fácil no pensarla, de ahí nuestros innumerables rituales que nos permiten evadir eso solo pensamiento……Pues, [solemos pensar] quienes se mueren son los otros, el otro, y estimamos que la muerte propia es un hecho muy lejano en el tiempo. Pensarla nos da pánico, terror; siquiera imaginar ese hecho ineludible……
El tema de la muerte en general tratada, es muy fácil emprenderla, solo cuando hablamos o pensamos de la propia nos resulta inabordable…..
¿Son estas lineas una visión pesimista de la vida en la que la estamos abordando, que nos sume en la angustia y el terror continuos?
No lo creo, ya veremos porque….
Continuará