Esa multitud de jinetes se abrieron camino por las rutas de asfalto y de piedra de las calles laberínticas de esa ciudad antigua, que fue fundada por mineros y hecha a crecer por campesinos.
Mañana lluviosa, por cierto muy menudita, pero abundante y extensa, empapando por igual a caballos y jinetes. Lo cual [cabe señalarlo] resulto toda una bendición para la ciudad y su región, más aún para los hombres del campo que la reciben con entusiasmo.
Los vítores de “¡Arriba Parral¡” retumbaban en todo lo largo de la cabalgata. “Viva Villa” gritaban de forma encendida.. “Recuerden que Parral, le gusto al General Villa hasta pá morirse”. Gritaban colectivamente los cabalgantes y esa expresión era replicada por los presentes.
En dicha cabalgata sobresalía el abanderado que portaba nuestra enseña patria, Ah estos muchachitos, sentían la cabalgata como su fiesta. Y se veían niños y mujeres montando todo tipo de cabalgaduras, unos saínos, otros retintos, canelos, pintos, negros y colorados.
Villa desde el cielo los contemplaba dubitativo, con una mirada de agradecimiento, y por tanto recuerdo de esos sus “Dorados”. De esos sus “muchachitos”: que ahora redivivos, en este siglo de afirmaciones para la patria, se niegan a dejar en el olvido el legado de su líder revolucionario supremo.
¡Miren, allá vienen Don Perfecto, Doña Chana, dicen los niños. Desfilan clubes de rodeo, de charros y de ranchos de todo chihuahua, y de mas allá de los límites del estado, incluso del extranjero.
Esa multitud de centauros hace que Parral estalle en luces y fuegos de los sentires muy íntimos, revoloteándoles el corazón y sus memorias.
Los caballos danzan. Una Polka retumba en el cielo de Parral, que se oye hasta la antigua estación del ferrocarril.
La sangre bulle sin freno en quienes cabalgan. La emoción crispa los nervios. Rebotan en las paredes y calles las pezuñas equinas y sus ecos. Y en sus “cuacos”, en sus corazones y sus recuerdos Los Dorados cabalgan y cabalgan…. y se detiene a ratos esa culebra de jinetes multicolor, pues es interminable la caravana de compañeros que se dirigen a la estación ferroviaria.
Nos hace pensar que estos jinetes cabalgan para evitar el olvido del líder de todos ellos.
Así, a más de ochenta años de su cobarde asesinato, “Pancho Villa” sigue cabalgando, navegando en su montura, custodiando la esencia de nuestra identidad norteña. Nos recuerda y hace sentir que es legítimo sostener la visión y sueños de los hombres libres y dignos que precisamente cabalgan para serlo.
Y pasan por la Calle Juárez, y el Museo de Francisco Villa, de ese su líder, construido en su memoria, siguen por el puente Guanajuato, y se dirijen por el lado de la iglesia patrona de Parral, para enfilarse hacia la estación.
Resuenan los clarines de soldados del pueblo, del ejército nacional destacamentado en Parral, y los tambores de la orquesta juvenil retumban las paredes de los callejones, haciéndolos vibrar, como invocando aquellos recuerdos de que “Los Dorados” “jueron” buenos, especialmente, para eso del baile y no solo las batallas.
Y ahora, en este presente agitado por el torbellino de danzantes recuerdos, al “bailongo” le entran con afán, como ayer lo hicieron aquellos sus “muchachitos” bautizados por ese viento, esa tormenta de fuego rebelde, esa agua fuerte de la Revolución Mexicana, el General Villa.
Ahora, de nuevo en este bendito julio, repleto de lluvias que traen la vida y el progreso en Parral y su región, los nuevos “Dorados” de aquella “División del Norte” legendaria, no dejan en paz la historia, y cabalgando impiden la muerte de aquellas memorias de fuego, de sangre derramada. Cabalgan de todos las ciudades, pueblos y ranchos del norte “pa” voltearle el revivir de memoria de fuego que aquéllos forjaron.
Por siete días ya, los centauros han venido avanzando desde diferentes destinos norteños de la patria, buscando encontrarse y cabalgar juntos hasta el destino final: Parral, Chihuahua, donde fue emboscado su Genera Villa, aquel nefasto dia 20 de julio del año 1923.
Han venido cabalgando, acribillados por la lluvia, devorando e lpolvo, la tierra, el desierto, la llanura, luchando por no dejar historias en el olvido, anhelando resucitar aquella “División del Norte” que comando un caudillo, Francisco Villa, ese “Pancho”, su General Villa.
Sí, ya es Julio en Chihuahua, y de nuevo los recuerdos perduran haciéndose tradición, colectiva identidad forjando.
Y al conjuro de aquellas memorias de batallas. De aquellos fuegos, ahora se agolpan, confluyen los libertarios y perdurables anhelos, pá que la ultima esperanza nunca sea asesinada.
Así, en esta tierra “bañada con sotol” confluyen viejas memorias de indignación. Se reviven solidarios gritos de afirmación.
Aquí, en Parral, pueblo antiguo de minas, leyendas, esfuerzos y tesoros, de entrañas paridoras de huidizas riquezas para los muchos. De ese Parral, Chihuahua, que subsiste y lucha; que estalla en recuerdos por aquellos “Dorados” que tocaron la gloria y los infiernos. Y en esos sus sueños se envuelven ahora “munchos” anhelos de los nuestros.
Y en esa cabalgata confluyen ahora en los redivivos Dorados de Villa, los dormidos amores por la patria. Y en ese su cabalgar dan sentido de cariño, de querencia por su tierra, por su raza, galopan juntos, amarrados a los recuerdos. Nos dicen con esa su pasión de centauros, de jinetes de los libres vientos, que nunca olvidemos nuestros muertos, que su sangre nunca será inútil, que la indignación ante la injusticia siempre tiene por hijos los hombres justos, verdaderos.
Mas tardecito, aquellos jinetes recordaran en ese “Simulacro” del atentado en que perdió la vida su General Villa, su acribillamiento, esa la emboscada de la sangre de una leyenda corriendo, y el cumplido complot, las traiciones, los odios, y el resultado nefasto de sus muertos.
La historia revive hoy, en este lluvioso julio, y de nuevo en ese Hidalgo del Parral, y ha dado un salto a nuestro tiempo, recibiendo y escuchando [de nuevo] aquellos impactos de muerte y crimen artero.
Repitamos estas palabras. La Memoria es eterna, cuando las mentes y el fuego en los corazones de un pueblo, la mantiene viva y vibrando en la pasión de sus dignas almas.
Cantemos al recuerdo de un valiente, que aún vive. No se engañen, que mientras lo quieran estará presente y pendiente de los anhelos de hombres dignos: “Allá en Parral descansa Villa en el regazo del lugar que tanto amo”. Reza el famoso refran de esa cancion, que no necesita presentación.
Sirvan estas palabras de reconocimiento para todos aquellos jinetes que siguen reviviendo nuestra historia regional en esta ciudad esplendida, repleta de historia, de títulos y sentidas leyendas.
Por: Adolfo Carrillo Aguirre
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