La crisis que enfrenta una buena parte de la población rural del estado de Chihuahua, derivada de la sequía causante de la ausencia de cosechas y la consecuente hambruna en la Sierra Tarahumara, así como de la muerte de miles de cabezas de ganado, es un aviso de lo que en el futuro inmediato puede ocurrir no solo en estas latitudes, sino también en muchos lugares del orbe. El cambio climático, provocado en buena medida por la excesiva contaminación generada en la atmósfera como resultado de la industrialización del planeta y la deforestación de grandes extensiones de bosques, selvas y pastizales, está ocasionando considerables desequilibrios ambientales cuyas repercusiones socioeconómicas son cada vez más alarmantes.
La escasez de precipitaciones pluviales registrada durante el año 2011 en San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Coahuila y Chihuahua dejó inermes a miles de familias cuya principal ingreso o subsistencia deriva de la agricultura, la ganadería o ambas. Para la población rarámuri de la sierra de Chihuahua el efecto del estiaje es calamitoso, ya que por tradición practica una agricultura y ganadería de autoconsumo, por lo que al no levantar cosechas y perder a sus animales se quedó sin alimento; además la abrupta topografía serrana confina al aislamiento a las comunidades donde habitan.
Sin embargo el problema de la sequía no es solo la pérdida de cosechas y animales, ya que este fenómeno natural puede causar efectos perjudiciales a corto, mediano y largo plazo. La recurrente falta de lluvias no solo merma la producción de alimentos de origen agrícola o pecuario, sino que también extingue las zonas de pastoreo y las áreas boscosas, debido a que afecta la repoblación natural de una diversidad de plantas y árboles cuya existencia es indispensable para el equilibrio del ecosistema, pues sirven como hábitat y alimento a especies de reptiles, aves, mamíferos e insectos, y favorecen la precipitación pluvial además de evitar la erosión del suelo.
Desafortunadamente es mayor la serie de perjuicios que la ausencia de precipitaciones pluviales acarrea. Cuando no llueve lo suficiente se incrementan los incendios forestales perdiéndose enormes superficies de bosque, como le ocurrió recientemente a Coahuila, donde el fuego arrasó miles de hectáreas boscosas, con la inherente muerte de la flora y fauna que ahí existía.
Otro nocivo efecto de la sequía es la incapacidad para la captación y/o recarga de las fuentes de agua, superficiales o subterráneas. Al no llover, los ríos y presas reducen sus caudales, y en los mantos acuíferos del subsuelo no se restituyen los volúmenes de agua extraídos para el consumo doméstico, industrial o agropecuario, amenazándose la supervivencia de los bancos de abastecimiento hídrico para el sustento humano.
Así de grande es el círculo vicioso que la peligrosa sequía representa, pero también considerable ha sido siempre la capacidad del hombre para vencer los retos que la naturaleza le plantea. En el pasado reciente Chihuahua ya ha sufrido los estragos de un prolongado período de sequía, pagando un alto costo económico y social. Por ello la circunstancia que hoy Chihuahua vive hace que cobre especial interés una reflexión sobre la importancia de las políticas que en materia social y de obra pública encabeza el gobernador César Duarte.
Sin duda son trascendentes los proyectos hidráulicos que el licenciado Duarte anunció desde que era candidato, así como el recién instituido programa integral de asistencia social e infraestructura, denominado “Chihuahua con Vida”. Las 15 presas que el mandatario construirá durante su gestión revelan la certera visión que tuvo para concebir los escenarios de sequía, que hoy son una apremiante realidad y hace dos años pocos presagiaban. Mientras que el amplio y ambicioso programa social que por decreto el gobernador ha creado, constituye un esfuerzo multiinstitucional sin precedentes, orientado tanto a generar la infraestructura para prevenir y mitigar los efectos de la falta de lluvia, así como a detonar el desarrollo del capital humano, para erradicar las causas de la marginación, la pobreza y el rezago de los indígenas y campesinos de Chihuahua. Hoy sabemos que los daños de la sequía son más perniciosos de lo imaginado.
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