Continuaremos con el tema que tiene que ver con todos nosotros los seres humanos, y que abordamos somera y humildemente en comentarios anteriores, publicados en este portal [contenidos en “Nosotros…hacedores de la paz”], en donde iniciamos este periplo de esa búsqueda que nos atañe a todos. De ese “Nosotros” que nos ayude a entendernos, y que nos una, hermane, solidarice de manera creciente, para que nos permitamos pactos de no agresión, que evite la violencia; y elijamos libremente, caminos donde seamos co-creadores de paz y armonía universal.
Iniciábamos esa búsqueda, planteando cuestiones [a nuestro juicio] de trascendencia e importancia mayor, como estas: ¿Nosotros, quienes somos? ¿Acaso todos los humanos somos hermanos? ¿Todos somos Uno? y ¿Nuestras cosmovisiones nacionales, que nos enseñan? Cuestiones todas ellas, que nos permitrián avanzar en estos necesarios ejercicios del pensamiento, derivados y provocados por las crisis existenciales recurrentes y cada vez más profundas, prolongadas e intensas que agobian a muchos pueblos y naciones del mundo.
Y con esos planteamientos, nos lleva a pensar que estos ejercicios del pensamiento, sobre cuestiones fundamentalmente, están dirigidos y encaminados a encontrar formulas y claves para mayores niveles de entendimiento y solidaridad; y con ello, impulsar la creación de otros mundos posibles donde reine la armonía y la paz, en libertad y justicia para todos los pueblos y seres humanos.
El planteamiento de estas preguntas fundamentales, nos remitan a las cuestiones esenciales de la condición humana, a nuestro ser en sociedad. Sabemos y sentimos que cuestionarse es una incomodidad. Pues No solemos pensar sobre este tipo de cuestiones como las ya enunciadas, que nos atañen a todos y debemos considerarlas fundamentales, para una vida en una sociedad justa y armónica.
Sin embargo, el ser humano no le resulta, [regularmente] facil abordar este tipo de cuestiones. Aún asi, debe despertar, sacudirse la pereza mental que lo domina y utilizar esa herramienta metafísica, su mente, que le sirve para pensarse a sí mismo y sobre cuestiones relacionadas con su propio ser; y también pensar, cuestionar, con consciencia crítica, la totalidad del universo del cual forma parte.
Pero dejando de lado, por ahora, cuestiones que tiene que ver con el ser [lo abordaremos, posteriormente], pasemos a referirnos a cuestiones que no son menos profundas y fundamentales, aquellas que tiene que ver con nuestra realidad y entorno, para empezar a tender puentes de conocimiento que nos permitan explicarnos, como seres vivientes, dotados de mente. El hecho de que tengamos una mente, de que somos seres metafísicos, es una circunstancia que no tomamos en cuenta [pareciera un absurdo, pero nos resulta muy difícil que dirijamos nuestra mirada, al interior de nuestra esencia como seres humanos]. Usamos la mente para todo [pero desgraciadamente] muy escasamente para meditar y reconocernos. No la usamos con sentido reflexivo, y no hacemos nuestra [empoderar] esa mágica herramienta que nos permite ser verdaderos entes creadores de realidades posibles y mundos mejores. No nos permitimos pensarnos y vernos reflexivamente, sumergernos en nuestra interioridad. Es una tragedia ese hecho, puesto que todos tenemos esa magnífica posibilidad de pensarnos con sentido crítico y lo evitamos. El ego y las zonas de confort nos lo impiden.
Dicho lo anterior, nos asalta una pregunta, quizás la pregunta de las preguntas, que nos permiten sentar las bases para pensarnos y buscar un sentido de la vida en el universo; esta cuestión es planteada así ¿Por qué hay algo, y no más bien nada? [Pregunta fundamental del brillante filosofo alemán Martin Heidegger]
Sin la menor duda, esta es una Cuestión fundamental para todo ser humano, por su profundidad, e inquietante raíz sobre el sistema mundo en el cual estamos insertos como especie dotada de mente. Esencial cuestión para toda mente que se atreve a pensar sobre la manifestación de la vida, en su miríada de expresiones: orgánicas, fiscas, materiales y objetivas, que registran y permiten su conocimiento, mediante los sentidos. Pues bien, los sentidos nos dicen, esta ahí esa realidad. Eso que ves, que sientes, olfateas y palpas; es la realidad, la existencia de esta vida en la dimensión de lo físico [ya sabemos que esa afirmación no es del todo exacta; dejemos de lado esa cuestión]. Así pues el mundo de lo que percibimos con nuestros cinco sentidos, nos grita que ahí fuera de nosotros hay algo.
Asi mismo, no toquemos la cuestión inabarcable de “La nada”. [Eso es una imposibilidad, prueba de ello es que tenemos conciencia de “ese algo” que delimita la realidad, y que nos lo gritan los sentidos de que estamos dotados los humanos] Solo démos cuenta y ocupémonos de “ese algo” que nos dice que existimos, que estamos vivos y somos parte de una realidad. Que nos permite darnos cuenta, de manera muy simple y limitada que un mundo está ahí, y se hace patente nuestra realidad material.
Bueno, estamos de frente en una paradoja inquietante. Aquella consistente en que el ser humano, ese ente orgánico y metafísico, puede hacerse las preguntas trascendentales y angustiantes como las aqui señaladas [y que nos solemos plantear de manera muy tangencial] no obstante su pequeñez como ser mortal y finito, si lo ponemos en relación con el sistema infinito de la vida del universo.
Quizás por el hecho de que el ser humano al estar dotado de mente, es donde puede considerarse que reside su grandeza; esa capacidad de formularse preguntas que le son fundamentales, [ y de saberse que es una criatura mortal] y que se dirigen a encontrar respuestas por el sentido de la vida humana y del universo como totalidad; dado que esas preguntas angustiantes, no tienen [de ninguna manera] respuesta fácil Y de esa capacidad inmensa de preguntarse por cualquier cosa.
Y no debe paralizarnos pensar en las grandes cuestiones coomo algunas de las aqui señaladas. Atrevámonos a cuestionar nuestra realidad social ¿preguntémonos, quienes somos nosotros, los seres humanos?
¿Por qué y para que estamos aquí, en este mundo, en esta nave tierra?
Bueno pues, ya expresamos algunas de nuestras interrogantes fundamentales. Abrimos nuestra caja de Pandora. Y de ella brotarán, de manera inagotable [espero], otras muchas interrogantes; engarzándose, encadenándose unas con las otras. Y al atrevernos a buscarlas, podemos sentir, que las respuestas se alejan, asustadas, aterrorizadas [¿acaso?], muy volanderas y presurosas; brincando la barrera de la última frontera que brinda el horizonte, para ponerse a salvo, e impedir la menor brizna de la verdad que ocultan.
Con esa su loca carrera que las hace difícilmente alcanzables, esas respuestas sobre cuestiones fundamentales, como las aquí planteadas, parecieran decirnos; quédense así, ignorantes, aprisionados por el miedo que los tiranos han destilado y construido en su matriz de ignorancia paralizante.
Pero las respuestas son entes muy sabias, y tan grandes como las cuestiones que nos atrevemos a plantearnos; son hijas tenebrosas de la oscuridad, que excepcionalmente son alumbradas por la búsqueda de observadores de mentes acuciosos y suspicaces. Ellas saben que la naturaleza y condición humana [sobre esto hay un mar de fondo por descubrir] nos hace difícil enfrentarnos con cuestiones fundamentales como las en comento. Lo cual, es una desgracia, no obstante que si nos atreviésemos a desentrañar sus secretos, de manera sistemática y creciente, ellas permitirían nuestra liberación de cualesquier tiranía y esclavitud malévola.
Por ello, nos debe asaltar una voluntad de lucha, y empuñar las armas de la conciencia. para revivir el asombro al encontrar nuevas verdades veladas, ocultas. Ello sería posible, si nosotros los humanos, nos despejáramos del miedo que nos paraliza y aprisiona a los terribles dolores que afectan en todas nuestras vidas; y nos atreviéramos a desentrañar la verdad de las respuestas, dada su esencia libertaria, que viniese a construir un mundo donde brille el destello victorioso de armonía y paz.
Nuestro ser, nuestra naturaleza humana, encuentra su fundamento trascendente en la libertad. Por ello la vida en paz es nuestra verdadera esencia, funda nuestras relaciones, y nos es imposible sostener [como algunos pensadores perversamente lo afirman] que tenemos en nuestro sino y naturaleza la depredación; la ferocidad y agresión violenta y constante hacia el prójimo. En todo caso, si se pudiesen observar hechos de violencia, [guerras muy frecuentes, incluso; y sostenidas por mucho tiempo, entre naciones y pueblos] estos solo son posibles, cuando se encuentran provocados y condicionados por el azuzamientos de lo instintivo de sistemas económicos-políticos basados en la codicia y la vanidad, en donde los líderes y la elite de que se trate [que los encabeza], filtran sus invectivas de conquistas guerreras a las cuales son arrastrados como sociedad.
Con todo lo dicho, en todo caso, Usted que opina carisimo lector?
Este tundidor de teclas, le asalta la necesidad de sostener un hecho incontrovertible. El de que: El hombre es un condenado, un ser atado a su dignidad por la libertad que lo define y sostiene.
Continuará, es una posibilidad grandiosa que se diera, al menos eso queremos….
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