La estrategia de utilizar electoralmente la caravana de inmigrantes centroamericanos que actualmente transita por México no sólo no le sirvió al presidente Donald Trump para asegurarle votos al Partido Republicano –el cual perdió la mayoría en la Cámara de Representantes–, sino que podría ser el primer tema que lo confronte abiertamente con Andrés Manuel López Obrador, para quien desde julio sólo ha tenido palabras de elogio.
WASHINGTON (Proceso).- La derrota republicana ante los demócratas –que recuperaron el control de la Cámara de Representantes– acota el poder de Donald Trump, algo que, en opinión de Roberta Jacobson, debe aprovechar Andrés Manuel López Obrador para encontrar nuevos interlocutores en Estados Unidos, porque la luna de miel entre ambos estaría por terminar.
“Ahora tenemos una Cámara (de Representantes) demócrata fuerte, que puede presionar (a la Casa Blanca) y por ello pueden avanzar cosas más lógicas en el ámbito bilateral y multilateral. Eso es favorable para López Obrador y para gobiernos de otros países”, señala Jacobson, exembajadora de Estados Unidos en México.
Los comicios generales de medio periodo del pasado martes 6 devolvieron a los demócratas el control de la poderosa Cámara de Representantes. Fue un plebiscito de la presidencia de Trump del cual éste salió parcialmente descalificado, pues su partido, el Republicano, retuvo sólo el Senado.
No obstante, como apunta Jacobson en entrevista telefónica con Proceso, la realidad política en Washington cambió radicalmente para Trump: ahora estará obligado a negociar con los demócratas cualquier iniciativa de ley, porque de ellos dependerá su aplicación.
“Lamentablemente el mensaje (del resultado de los comicios) no fue suficientemente claro en temas bilaterales, como el de migración; no tanto como para insistirle al presidente que tiene que parar su retórica hacia los inmigrantes”, comenta la exembajadora.
En las dos semanas previas a las elecciones del martes 6, la campaña de Trump se enfocó en criminalizar a la inmigración centroamericana que transita por México hacia la frontera estadunidense. Propagó el miedo entre los electores de su país al asegurar que la caravana era una “invasión” y una amenaza para la seguridad nacional.
A fin de exacerbar los ánimos e inyectarle dramatismo al tema, en vísperas de los comicios envió a la frontera sur unos 15 mil soldados para ayudar a los agentes de migración a contener la “invasión”.
“Algo obvio en estas elecciones fue que Trump abusó de la promoción de cosas absurdas. Lo que dijo de la caravana no cayó bien a mucha gente. Era Donald Trump siendo Donald Trump: exagerando”, enfatiza la exdiplomática.
“El cambio es bastante fuerte para los demócratas”, subraya Jacobson, quien llegó en mayo de 2016 a la embajada en México como representante del gobierno de Barack Obama y quien renunció luego de 14 meses de representar al de Trump.
Adiós luna de miel
De acuerdo con los resultados preliminares de los comicios del martes 6, el nuevo Congreso –que comenzará a sesionar a mediados del próximo enero– quedará formado así: de las 435 curules de la Cámara de Representantes, 222 serán para los demócratas y 196 para los republicanos. Hasta el cierre de esta edición, 17 distritos aún estaban por definirse.
Jacobson insiste en que Trump cometió un error con el tema de la caravana centroamericana, aunque se niegue a admitirlo.
“Los votantes lo rechazaron”, apunta la exembajadora, quien vaticina que con la división de poderes en el Capitolio podría darse un entendimiento bipartidista sobre el tema migratorio. Advierte, sin embargo, que ahora más que nunca Trump se dedicará a preparar su plataforma política con miras a la reelección de 2020. Considera que como parte de ello no soltará la estrategia de criminalizar a los inmigrantes indocumentados e insistirá en construir el muro en la frontera con México.
Jacobson piensa incluso que el asunto de la caravana puede ser el parteaguas que acabe con el trato cordial que Trump le ha otorgado a López Obrador desde que éste ganó los comicios presidenciales.
“Me parece que todavía estamos en la luna de miel entre AMLO y Trump, pero esto va a cambiar porque AMLO no se ha pronunciado muchísimo sobre la caravana.
“Ese tema puede ser el primer choque entre los dos, porque Trump no va a soltar el caso de los centroamericanos. Que lleguen a un acuerdo sería muy positivo”, destaca Jacobson.
Para el caso de la composición de la Cámara de Senadores del Congreso Federal –y aún con tres puestos por definir–, los republicanos contaban con 51 lugares de los 100 que la componen, y los demócratas con 46. Los pronósticos apuntan a que puede haber armonía legislativa por encima de los designios de Trump, tomando en cuenta ahora que la Casa Blanca no tendrá más alternativa que hacer concesiones.
La exembajadora coincide en ello y agrega que López Obrador, así como el Congreso mexicano controlado por Morena, deben también aprovechar la nueva composición en el Capitolio.
Trump está obligado a trabajar con los demócratas en el Capitolio, si no quiere la paralización total de la segunda fase de su mandato. Sin embargo, los analistas políticos no descartan que el mandatario estadunidense quiera actuar como lo ha hecho hasta ahora: manejando la Presidencia con ínfulas imperialistas.
Por ello Jacobson no descarta que Trump opte por mantener el statu quo de la relación bilateral: “Sí va a trabajar con los demócratas, pero al final no será algo muy diferente, salvo en las cosas en las que necesite al Congreso. Le sería más difícil ahora conseguirlo cuando la Cámara está en manos de los demócratas”.
El primer ejemplo de que la realidad política en Washington cambió para Trump desde la noche del martes 6, ocurrió menos de 24 horas después de la victoria demócrata.
El miércoles 7 Trump ofreció una conferencia de prensa de casi hora y media, en la que insistió en que va a construir el muro en la frontera con México debido a que hay legisladores demócratas que comparten su idea.
“La construcción del muro no está en la agenda demócrata”, reviró 20 minutos después Nancy Pelosi, la todavía líder de la minoría de los demócratas en la Cámara de Representantes.
Ante la nueva formación del Congreso estadunidense, Jacobson recomienda a López Obrador y a los líderes legislativos de Morena establecer lazos de comunicación con el Capitolio, sin descuidar los de la Casa Blanca.
“Los mexicanos están en una posición un poquito más fuerte que antes de las elecciones del martes 6. Pero no debemos exagerar lo logrado por los demócratas. Lo que puedan hacer AMLO y los demócratas se puede ir a la borda si al final Trump y el Senado no lo quieren”, dice Jacobson.
Sin embajador, sin candidato
No todo en el próximo Congreso será motivo de pleito entre Trump y los demócratas sobre la relación con México. Las diferencias podrían darse en temas como migración y seguridad. En materia comercial hay concordancia, según la lectura de la exembajadora.
Le tocará a la Cámara de Representantes, con Pelosi nuevamente como líder, aprobar o rechazar lo acordado entre Trump, el gobierno de Enrique Peña Nieto y el primer ministro canadiense Justin Trudeau, para la renovación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ahora llamado Tratado México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC).
“Los demócratas no están de acuerdo con todo, pero tengo la sensación de que tampoco quieren destruir lo que ha negociado Trump. Hay cosas que a ellos no les gustan; sin embargo, les satisfacen los compromisos en materia laboral, como lo de aumentar salario mínimo”, declara
Jacobson.
La exembajadora resalta que los demócratas, con quienes se le asocia, jamás estuvieron de acuerdo con la intención inicial de Trump de eliminar el TLCAN. “Creo que no quieren vivir sin un acuerdo de comercio, ni tampoco los votantes”, asegura.
Pendientes quedan los aranceles a las exportaciones mexicanas de aluminio y acero que impuso Trump, tema que los demócratas no comparten con la Casa Blanca. Por ello, señala Jacobson, AMLO debería aprovechar para lograr que el presidente estadunidense los elimine. “Si no lo resuelve, yo no veo al Congreso aprobando el acuerdo, ni a los legisladores mexicanos ni a los de Canadá”.
Han pasado poco más de siete meses desde que Jacobson presentó su renuncia como embajadora de Estados Unidos en México. El puesto sigue vacante y Trump sigue sin nominar a alguien para ocuparlo.
–¿Representa esto que al presidente de Estados Unidos no le importa la relación con México? –se le pregunta.
–Representa lo mismo que en Arabia Saudita, Pakistán o en Turquía. Estamos hablando de la relación con países importantes. Me parece que eso refleja que la Casa Blanca, y quizás también Mike Pompeo (secretario de Estado), prefieren liderar la relación desde Washington y no por medio de un embajador o embajadora.
–¿Esta situación seguirá así mucho tiempo? –se le insiste.
–Es insostenible. Es absurdo que siga así. No entiendo y nadie me puede explicar y creo que una de las razones es porque en los temas en los que se meten Jared Kushner (yerno de Trump) y otros funcionarios de la Casa Blanca, no le causan preocupación ni prisa al presidente; es obvio que no tiene prisa. Llevamos más de seis meses desde que dejé el puesto y no hay nombre de un candidato.
–Se hablaba de que Trump nominaría a alguien después de las elecciones del 1 de julio en México y no lo hizo.
–Ya pasaron las elecciones de México y las nuestras y nada. Es raro. Quizás podamos avanzar ahora, pero no lo sé. Seguir así puede dañar a la relación.
–¿Es falta de interés de Trump?
–Esa es la interpretación de cada uno de los países en donde ya van más de dos meses sin tener embajador de Estados Unidos. Me parece una reacción lógica, pero con este gobierno todo lo ilógico parece lógico. Por ejemplo, no puedo decir que la relación con Arabia Saudita no es importante para Estados Unidos y menos para Trump.
“Me parece que las quejas son un poquito como una esquizofrenia: Trump puede estar interesado en la relación con un país, pero tampoco tan interesado como para designar a un embajador. Es absurdo, pero no puedo explicar más que eso porque es ilógico”, concluye la exembajadora.
El “Rusiagate”
Con la Cámara de Representantes en sus manos los demócratas intentarán exponer a Trump como obsesionado por su reelección y al Senado, como algo prácticamente al servicio de él. Sin el aval de esta Cámara, ningún proyecto de ley diseñado por la Casa Blanca o sus correligionarios tiene futuro. Ello ocurrirá, por ejemplo, con el muro fronterizo. De acuerdo con lo señalado por Pelosi, el Congreso no aprobará los 20 mil millones de dólares que exige el presidente para edificarlo.
El Senado fungirá como defensor del presidente si los demócratas deciden supervisar con lupa todas sus acciones. Al parecer, sólo podrá ejercer su facultad de aprobar a los designados por Trump para integrar su gabinete, cortes federales y embajadas en el extranjero.
Los demócratas, por medio del poderoso Comité de Medios y Arbitrios, tendrán la prerrogativa constitucional de negar el presupuesto que solicite Trump para sus proyectos de ley; es decir, podrán anular o acotar el poder presidencial, como hicieron los republicanos cuando fueron mayoría en ambas cámaras con las iniciativas que envió el entonces presidente Barack Obama.
Igualmente, los demócratas usarán el poder legislativo para supervisar a Trump.
La Casa Blanca está nerviosa porque los demócratas pueden invocar constitucionalmente someter a Trump a juicio político si el fiscal independiente del Departamento de Justicia, Robert Mueller, determina en su informe –que pronto dará a conocer– que la campaña presidencial republicana de 2016 se coludió con los rusos para manipular el resultado de los comicios federales de ese año.
Lo pueden hacer incluso si Mueller reporta que Trump, ya como presidente, intentó obstruir la justicia para ocultar el involucramiento de Rusia en su campaña presidencial. Sin la aprobación del Senado, el juicio al presidente no podría llevarse a cabo. Los demócratas son conscientes de ello. Pero el simple hecho de invocar el juicio dañaría profundamente la imagen de Trump ante los electores, con miras a las elecciones presidenciales de noviembre de 2020.
En el escenario de un juicio político, Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el Senado, puede defender a Trump… o no. A fin de cuentas los republicanos buscarían mantener el poder que tienen en el Congreso, aun a costa del futuro del presidente y del mismo vicepresidente, Mike Pence.
El fantasma del juicio por el “Rusiagate” ya cobró su primera víctima. A unas horas de la derrota republicana, el presidente le pidió la renuncia a Jeff Sessions, el procurador general de Justicia que desde el año pasado se excusó de la investigación a cargo de Mueller.
En lugar de Sessions, Trump nombró procurador interino a uno de sus incondicionales y enemigo de Mueller y de su investigación, Matthew Whitaker, de quien dependerá la autoridad y el presupuesto para que el fiscal independiente continúe las indagaciones de la presunta relación con los rusos.
El efecto de la ola demócrata en los comicios del martes 6 afectó a su vez hasta al despliegue de soldados en la frontera con México. El teniente coronel del ejército y vocero del Pentágono, Jamie Davis, anunció el miércoles 7 que la táctica bélica que orquestó el presidente para contener la “invasión” centroamericana dejaba inmediatamente de llamarse Operación Fe Patriótica y se rebautizó como Labores de Apoyo Fronterizo.
Otro elemento surgido del martes 6 fue la elección como senador republicano por Utah de Mitt Romney, excandidato presidencial que no comulga con las políticas ni estrategias de la Casa Blanca. En el Congreso no descartan que, ante un escenario negativo para Trump, sujeto a investigaciones o acusaciones por desacato judicial, los republicanos opten por apoyar a Romney para disputarle al presidente la nominación presidencial en 2020.
El próximo Comité de Supervisión Gubernamental de la Cámara de Representantes, comandado por los demócratas, ya le advirtió a la Casa Blanca que solicitará a Trump sus declaraciones de impuestos de los últimos años, algo que éste se ha negado a hacer con el consentimiento explícito de los republicanos.
Si Trump se negara a hacer públicos sus pagos al fisco, cometería el delito de desacato constitucional.