“El Código Maya de Dresde conduce a un gigantesco tesoro en Guatemala de ocho toneladas de oro puro ”, afirma el matemático Joachim Rittsteig, quien estudió el documento durante los últimos 40 años, en declaraciones que publicó ayer el diario alemán Bild.
Añade que “en la página 52 se habla de la capital maya de Atlan, que resultó destruida por un terremoto el 30 de octubre del año 666 antes de nuestra era. En la ciudad se guardaban 2.156 tablas de oro en las que los mayas grabaron sus leyes”.
El tesoro se hundió junto a la ciudad en las aguas del lago de Izabal, situado al este de Guatemala. Los restos de esta civilización fueron localizados por el científico alemán gracias a imágenes de radar tomadas en la zona.
“En ellas pueden verse claramente los restos de la ciudad. En las ruinas de una fortaleza se aprecia el sarcófago de piedra en el que podrían encontrarse las 2.156 tablas de oro. Los datos de que dispongo muestran el lugar con un margen de error de 10 centímetros”, asegura Rittsteig. El experto, que busca actualmente patrocinadores para una expedición a Guatemala, calcula que “sólo el valor del oro de las tablas asciende actualmente a 211 millones de euros” (unos 290 millones de dólares).
El Código Maya de Dresde, redactado sobre el año 1250 por sacerdotes mayas, es uno de los cuatro grandes documentos que se conservan de esa cultura y se encuentra en poder de la Biblioteca Estatal de Sajonia, al este de Alemania, desde hace 272 años.
El código fue descubierto en 1739 en poder de un hombre acaudalado de Viena –nunca se supo cómo llegó a sus manos–, quien lo regaló a la biblioteca de Dresde, que lo conserva bajo un cristal blindado en su sala de tesoros documentales.
Joachim Rittsteig ha dedicado prácticamente toda su vida a descifrar el valioso documento, compuesto por 74 páginas con 3,56 metros de largo y un total de 74 jeroglíficos distintos. El Código Maya de Dresde contiene prácticamente la totalidad de los conocimientos de la cultura maya, entre ellos los astronómicos o médicos, y en su última hoja describe el apocalipsis o fin del mundo, que debería tener lugar el 21 de diciembre de 2012.
El de Izabal es el mayor lago de Guatemala: tiene 45 kilómetros de largo, por 20 de ancho y unos 18 de profundidad, que se comunica con el mar Caribe. Hoy es centro de una polémica mucho menos romántica que la búsqueda del tesoro perdido: el Gobierno de Guatemala autorizó la explotación de níquel a una empresa local y otra estadounidense y diversos grupos ecologistas denunciaron el daño ambiental que podría generar en su biodiversidad.
Fuente: Diario Clarín de Buenos Aires