Es la línea sinuosa por la que balanceo mis pasos.
Haciendo giros cada que debo, y me sostengo
ante unos labios —ya de frente me hacen firme.
Y avanzo, más no siempre aclaran mi destino.
Sus ojos, su caminar y aroma indican cuánto
por esos giros pierdo rumbo, y el precipicio…
Objeto soy, me desarma sin hablar.
La veo y callo, me marca la línea de sus labios.
Creo anticipar qué viene luego.
Trastabillo, derrapo casi a su lado.
Pero algo me sostiene.
Su sonrisa clara, irónica en un dejo,
limpia sin recovecos, firme.
Como palabras que sólo una vez se dicen.
Ahí está ese brillo de primavera.
Me empuja sabiendo que llegar,
no cuenta;
está entendido.
Sus labios pueden no decir,
aunque sabemos
está de frente y me encamino.
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